domingo, 8 de febrero de 2009

Inconcluso - Post 5x13

Nueva York, la Gran Manzana, la ciudad de las oportunidades según Linds, pero para él era un escalón más en su relación con Brian, una nueva prueba que esperaba superar con éxito, aunque en su fuero interno ponía todas sus esperanzas en que fuera la última, después de todo lo que ha pasado se merece ser feliz.

Gracias a Cynthia, bajo ordenes directas de Brian, había conseguido un pequeño apartamento. Brian quería haber alquilado uno más grande y lujoso, para cuando fuera de visita, pero a Justin le gustaba, tenía la suficiente luminosidad gracias a que era un último piso y no necesitaba mucho espacio. El tiempo que había vivido separado de Brian le había demostrado que cuanto más espacio más sólo se sentía y ya tenía suficiente con el recuerdo de lo que había dejado en Pittsburg.

El piso sólo estaba a quince minutos de la galería donde haría su primera exposición. Lindsay había movido algunos hilos y tras enseñarle una muestra de sus obras, junto con el fatídico artículo (como comenzó a llamarlo después de que Brian lo leyera) había firmado un contrato para una exposición de una semana de duración para comprobar la aceptación del público neoyorquino.

Los sentimientos de Justin con respecto a Lindsay estaban divididos, por un lado le estaba agradecido por toda la ayuda que le había dado, por su apoyo incondicional desde el principio; pero, por otro, se sentía como si estuviera realizando el sueño de otra persona, concretamente el de ella.
Para él dibujar es algo tan natural como respirar, es algo que forma parte de sí mismo, como los dedos forman parte de una mano, no se puede entender que es una mano sin contar con los dedos.

Le resulta muy extraño que cualquier persona valore su obra sin conocerlo personalmente de nada, es como sí cualquier desconocido conociera sus pensamientos más íntimos y se viese en la obligación, o en el placer, de opinar y valorar sus acciones. Sólo la opinión de su gente, su familia, le influye en algún sentido, aunque como dice Brian, opinen lo que opinen los demás no cambiará lo que piensas sobre tu obra, que es lo que realmente debe importarte.

Cuando salió del aeropuerto llamó a su madre y a Debbie para comunicarles que ya estaba en Nueva York, y el viaje había ido sin problemas como le aseguró a Debbie después de más de media hora hablando. Fue ella la encargada de avisar a Brian; habían decidido que se darían un plazo para que Justin se instalara sin problemas y se acostumbrara a la vida de la gran ciudad, cada uno sabía que si seguían manteniendo un contacto fluido en estos momentos se hacharían atrás y Brian pensaba que la carrera de Justin era lo más importante.

Mientras va en el taxi rumbo al apartamento no deja de acordarse de la última vez que estuvo allí, viajó a Nueva York creyendo que estaba sólo en el mundo, que no tenía un sitio al que llamar hogar, en cambio ahora vuelve a la ciudad sabiendo que hay alguien en Pittsburg esperando su vuelta. La Gran Manzana le había devuelto una vez a Brian, espera con todas sus fuerzas que esta vez no lo expulsara de su vida.
Dos semanas, catorce días con sus noches han pasado desde que Justin se fue a Nueva York para hacerse un nombre entre el mundo del arte.

Durante todo este tiempo Brian había estado el menor tiempo posible en el loft, pero a diferencia del interludio de Sunshine con Ian o la vez que se marchó por que necesitaba avanzar en la relación, ahora sabía que Justin aún le pertenecía que no le había perdido, por lo menos es lo que le decía su corazón, joder me estoy volviendo tan sensible como Jus, pero como dice el dicho, los que se acuestan en la misma cama se vuelven de la misma condición. Como el mismo dijo sólo es tiempo, nada va cambiar lo que siente.

Sabía que los chicos estaban preocupados, estaba seguro de que esperaban, sobre todo Mickey, que fuese como cuando se marchó la primera vez; pero ahora Brian tenía algo por lo que luchar y no pensaba llevarse todo el tiempo colocado o follando a cualquier cosa con polla en el cuarto oscuro, aunque eso sí no pensaba volverse un santo.

La bomba de Babylon sólo reforzó lo que le había enseñado el cáncer, la vida es muy corta para no compartirla con los seres que amas, y joder, si de algo estaba seguro en esta vida es de que amaba a Sunshine. No sabe cuando comenzó a quererle, pero si estaba seguro de que no fue de la noche a la mañana, el rubito se había ido metiendo en su interior poco a poco, hasta hacer que no concibiera su vida sin él en ella.
No obstante, saber todo esto no evitaba que no echara de menos a Sunshine cada día, sentía que le faltaba algo en su interior que lo completaba; las incesantes llamadas de Debbie sólo calmaban un poco esa molestia, ya que entre frase y frase para comprobar si dormía y comía lo suficiente, y que cuando me pasaría por el Dinner, me enteraba de cómo le estaba yendo a Sunshine en la gran ciudad, pero nunca es suficiente.

Habían mantenido su promesa de no conectarse directamente durante un tiempo, promesa que ha Brian le estaba constando cada vez un mayor esfuerzo mantener, pero él era el primero en reconocer que era necesario. Conocía a Justin mejor que así mismo, y sabe que se marchó en gran parte sólo para complacerlo a él y lograr calmar un poco las cosas; en pocos días habían avanzado en su relación, formalmente hablando, lo que no lo habían hecho en años, y se les fue un poco de las manos, necesitaban volver a centrarse y para eso se necesita tiempo.
Era jueves por la noche cuando llegó al loft, había pasado por el gimnasio tras kinnetic. Había sido un día demasiado tranquilo en la agencia, cosa normal ya que había hecho el trabajo de todo el mes durante las dos últimas semanas, por lo que era necesario una sesión doble en el gimnasio si quería dormir sin pensar toda la noche en Justin.

Mientras iba quitándose la chaqueta y la corbata, fue al contestador para comprobar los mensajes, que en su mayoría serían de Debbie y Mickey, aunque Jennifer tan bien se estaba acostumbrando a llamar casi a diario, sonrío para sí ya que estaba seguro de que era idea de Sunshine. Como estaba pensando en él le constó un poco reconocer su voz entre los mensajes, no era la primera vez que su imaginación le pasaba malas jugadas, por lo que tuvo que comprobarlo un par de veces. Llamaba para confirmarle que la inauguración de su primera exposición sería el próximo viernes, y que en breve le llegaría la invitación.

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