domingo, 8 de febrero de 2009

Inconcluso - Hipotermia

Draco paseaba tranquilamente, bajo un encantamiento impermeabilizante, en dirección a su pequeña casa en Nothing Hill, tras visitar al nuevo hijo de Blaise y Pansy al volver de su turno en el ministerio. Lo que se suponía que sería una visita corta para presentar sus respetos a la nueva familia, se había alargado en una agradable cena en compañía de sus amigos.

La lluvia, que había comenzado apenas llegó a casa de sus amigos, caía ahora con más fuerza, incrementando la sensación de frío en el ambiente. Era en situaciones como está en las que lamentaba que tanto su casa como la de sus amigos estuvieran encantadas para evitar que pudiesen entrar por cualquier medio mágico, lo que incluía la aparición, la red floo e incluso el envío de lechuzas con algún objeto mágico o hechizado; era el precio que debían pagar para evitar que los que se negaban a aceptar que la guerra había concluido por fin lograran entrar en sus casas, ya fuese en un ataque directo o a través de cartas y paquetes amenazantes.

No era entonces de extrañar que su primera reacción al ver un bulto informe moverse delante de su puerta fuese dejar que sus instintos tomaran el control de si mismo, y con los reflejos que le habían dado ser objetivo de más de un atacante los últimos 5 años, lanzara un rápido hechizo de desarme.

El bulto informe emitió un gruñido demasiado conocido. Soltando una maldición entre dientes, más dirigida para expresar su disgusto con la situación que para maldecir a su visitante inesperado, Draco se acercó a él, ayudándolo a incorporarse, ya que parecía que si esperaba a que el susodicho lo hiciese por sí solo, estarían allí hasta navidad.

-¡¡Joder Potter!! Me has dado un buen susto ¿Se puede saber que haces aquí? – la pregunta de Draco se respondió por sí sola cuando pudo observar el rostro de Harry con claridad gracias a la luz procedente de la farola cercana.

A duras penas consiguió que entrara al resguardo de su casa. Volvía aparecerse a un puto autómata sin más objetivo que moverse cuando y como le indicaran. Muy poca gente podría reconocerlo como el “héroe” que los salvó del quien-no-debe-ser-nombrado, en esos momentos, pero para Draco se estaba volviendo demasiado familiar.

- Kreacher – llamó Draco, consciente que el elfo no estaría lejos de su señor, como le confirmó el leve plof que oyó a su espalda – En la cocina hay todo lo necesario para preparar chocolate caliente, y no vendría mal que preparases también poción anti-gripal.

El elfo hizo una pronunciada reverencia como respuesta y se dirigió inmediatamente a la cocina para hacer lo que le habían mandado.

Con una voz lo más pausada que pudo encontrar, consiguió que Harry lo siguiera escaleras arriba, hacía su dormitorio, el único que poseía chimenea de los otros tres que había en la casa. Un solo golpe de varita bastó para que el fuego comenzase a crepitar, momento que aprovechó para sentar a Potter a los pies de su cama, justo delante del fuego, con la firme orden de que se quitase la ropa mojada, que había ido dejando un rastro húmedo allí por donde había pasado.

Sus conocimientos básicos en medicina mágica era lo único que había evitado que usara un encantamiento térmico con Potter nada más verlo en ese estado, pero sus labios casi morados y la falta de color en su rostro era el indicativo de un principio de hipotermia, por lo que era más seguro ir calentándolo poco a poco para evitar males mayores.

Una vez en el baño, conectó la calefacción y graduó el agua de la bañera para que se llenase a la temperatura correcta. De nuevo en la habitación vio que Potter se había quedado medio tumbado sobre la calma sin moverse. Con miedo a que se hubiese quedado dormido, lo zarandeó con cierta fuerza para hacerlo reaccionar, consiguiendo como respuestas unos gemidos de protesta. Le ayudó a descalzarse y poder quitarle de una vez por todas los húmedos pantalones.

- El baño está listo – le informó cuando lo único que cubría a Harry eran sus boxers.

Su intención era quedarse en el baño el tiempo suficiente para evitar que se volviera a quedar dormido y consiguiese ahogarse dentro de la bañera, cosa probable si hablábamos de Potter. Una mirada desesperada de Harry lo convenció para permanecer en él más tiempo del aconsejado para su propia salud, mientras observaba con alivio como el color iba subiendo poco a poco a su piel gracias al calor del agua.

Una vez que comprobó que los rastros visibles de una posible hipotermia habían desaparecido, lo instó a salir del baño, pasándole su propio albornoz, para sentarse cada uno en los sillones que se encontraban junto a la chimenea en su habitación.

Kreacher ya había dejado una jarra humeante de chocolate en una mesilla auxiliar. La poción no estaría lista, al menos, hasta mañana por la mañana, por lo que el chocolate debería ser suficiente por el momento. Sin contar, que mantenía las esperanzas de que le soltase a Harry la lengua lo suficiente para que le contara lo que había pasado esta vez.

Debió esperar a que se terminara la segunda taza para empezar a contemplar sus efectos…

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