domingo, 8 de febrero de 2009

Agua

Djaq cerró sus ojos para concentrarse mejor en el sonido de la lluvia. La lluvia, ese fenómeno que la había fascinado desde su llegada a Inglaterra. Como sarracena le habían enseñado a apreciar el agua desde muy niña.

A diferencia de Inglaterra allí el agua no caía del cielo sino que brotaba de la tierra, una tierra muy diferente a la que observaban sus ojos ahora mismo. Aquí predominaba el verde mirases donde mirases, todo vestigio de algo marrón quedaba oculto tras gruesas capas de ese color, ya fuese en forma de hojas de los árboles, hierbas o simple musgo que trepaba por todo aquello que se interponía en su camino.

Por unos instantes se dejó guiar por sus recuerdos, viajando a su pasado, un pasado donde predominaba el color de la arena del desierto por fuera y la luminosidad de los colores por dentro, donde los únicos vestigios de algo verde se encontraban dentro de los luminosos patios con sus plantas exóticas acompañados por el rumor del correr del agua por las elaboradas fuentes.

Las risas del interior del campamento la volvieron a la realidad, alguna pequeña discusión había terminado con todos tomando el pelo al pobre de Much, pero era una sola de esas risas la que conseguía calentar su corazón.

Sin duda Inglaterra tenía sus desventajas, pero había una persona que conseguía que se olvidase de ellas.

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