domingo, 8 de febrero de 2009

Inconcluso - embarazo

El día se le estaba haciendo eterno, provocado sin duda por que le había tocado doblar el turno. Una epidemia de gripe mantenía a la comisaría bajo mínimos, por lo que a los pocos sanos que, o bien ya se habían librado del virus o serían los próximos en caer, estaban haciendo turnos extras. Y ella parecía que estaba en el último grupo si las náuseas de esta mañana y su malestar general era un indicativo. Por suerte, Lucas estaba aun trabajando cuando ocurrió, por que sino la hubiese obligado a quedarse en casa, y ya había suficientes bajas como para añadir otra más; además se le paso a tiempo para ir a comisaría.

Nada más entrar se descalzó y se soltó el pelo dejando que cayera por su espalda. Paso por la cocina el tiempo suficiente para refrescarse con un largo trago de agua fría dirigiéndose después a su dormitorio donde la esperaba su marido.

No pudo evitar que una sonrisa se reflejara en su rostro alejando los restos de su cansancio. Su marido, tras más de un año algo accidentado de matrimonio, aun le resultaba turbadora esa palabra.

- Llegas tarde – murmuró una voz grave algo amodorrada a su espalda mientras sentía que unos brazos fuertes rodeándola por la cintura.

- Ortigosa ha sido el siguiente en caer y le prometí terminar yo con el papeleo – le aclaró algo enfadada por ese recibimiento. Sin un misero hola ¿cómo estás? ¿qué tal el día?

- Te he echado de menos – susurró Lucas en su oído con intención de apaciguarla al percibir el cambio de humor de ella.

- Yo también a ti – respondió dejándose recaer en él disfrutando de estar de nuevo en casa, en su refugio - ¿Sabes cuantas horas hace que no hacemos el amor?

Lucas la volteó con suavidad, acunando su rostro con ambas manos antes de responder con una picara sonrisa.

- Déjame pensar… sí contamos la “ducha” compartida a finalizar mi turno… ¿unas 6 o 7 horas?

- ¿No te parece demasiado tiempo? – contraatacó Sara.

- Siempre es demasiado tiempo… pero ¿estas segura que aun podemos? – preguntó con cierta cautela. No es ningún experto en esas cosas, sin embargo, vivir con Sara le ha dado unas nociones básicas.

- ¿Qué clase de pregunta es esa? – Sara sintió como su enfado volvía con la misma rapidez en que se había ido.

Lucas arqueó las cejas como respuesta y señaló el calendario de la cocina con la mirada.

Podría a ver pasado sólo un segundo o una eternidad, ella no sabría nunca decirlo, hasta que fue consciente del verdadero cariz de las palabras de Lucas: hacía más de una semana que le tenía que haber bajado la regla.

Sara sacudió la cabeza incrédula, era relativamente normal que padeciese pequeños retrasos que no iban más allá de dos o tres días, pero nunca de tanto tiempo.

Lucas observó como el rostro de Sara pasaba por una serie de estados de ánimo: escepticismo, inseguridad, comprensión y preocupación.

- Shh... no pienses ahora, vámonos a dormir, necesitas descansar para poder hacerlo con claridad – Sara sintió como la abrazaba con más fuerza aún. Ambos eran conscientes que en ese momento las palabras sobraban.

Lucas la guió hacia la habitación y se encargó él mismo de desvestirla y ponerle el camisón, murmurándole órdenes simples como siéntate o levanta los brazos.

Una vez acostados Sara sintió algo más de dominio sobre sí misma y no pudo evitar colocar una mano sobre su vientre que fue casi enseguida cubierta por una de Lucas, y en esa misma postura los sorprendió la mañana.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Sara daba vueltas a la manzanilla que le había hecho el mismo Lucas tras volver a levantarse con nauseas de nuevo esa mañana.

- Princesa, voy a la farmacia ¿de verdad no quieres que llame a tu madre para que se quede contigo mientras estoy fuera? – insistió preocupado. Odiaba ser incapaz de poder ayudarla.

Sara respondió negativamente con la cabeza.

- Bien, vuelvo en seguida – se despidió besando su frente – no quiero que te levantes del sofá – le recordó ya en la puerta.

Sara enrolló sus ojos hacía arriba, pero aun era muy consciente de que Lucas prácticamente la tuvo que llevar en volandas hacía él sofá, ya que sus piernas parecían no aguantar su peso y según pudo observar en el espejo del baño, cualquier signo de color había abandonado su rostro.

En esos momentos Lucas prácticamente volaba escaleras abajo, intentando no pensar demasiado. Sí algo le había enseñado esta vida era a no dar las cosas por seguro, y menos cuando éstas parecían ser una de las mejores que le podría pasar. Una vez en el portal, intentó serenarse para recordar cual era la farmacia más cercana.

La idea de comprar una prueba casera antes de pedir cita a la clínica había sido de Sara, alegando que los síntomas podían estar también relacionados con la epidemia de gripe y el estrés en la comisaría de estos últimos días. Según el resultado que marcara está llamarían a un medico u otro, pero de lo que estaba seguro Lucas es de que a alguno debía de ir, tras el evidente malestar de esa mañana.

Una vez en la farmacia, Lucas suspiró aliviado ante el local casi vacío. Sin duda, un buen tiroteo era más agradable que encontrarse a las cotillas del barrio, que tenían munición suficiente con su relación y no sabían de la misa la mitad.

Lucas espero nervioso, pasándose la mano por el pelo, mientras esperaba que la farmacéutica revisara su peinado y se abriera un poco más la bata para salir a atenderle, como pudo comprobar gracias al reflejo de una de las vidrieras de los armarios que contenían los medicamentos.

- ¿Qué desea señor? – preguntó la mujer con la mejor de sus sonrisas, que quedó apagada cuando observó que uno de los dedos que bailaban sobre el mostrador llevaba un anillo dorado.

- ¿Tienen pruebas de embarazo?

- Si, ¿desea alguna marca en especial?

Lucas la miró con cara de desconcierto ¿existían diferentes marcas de esas cosas?

– Tenemos Profasi, Pregnyl, Novarel o Predictor – continuó la dependienta.

- Esa última está bien – era la única que medianamente le sonaba, así que debía de ser conocida – De me tres.

- Está bien. Las instrucciones están en el interior por si tiene algún problema.

Lucas salió a la calle con el encargo bien seguro en el interior de su chaqueta y aligeró el paso para volver a casa. No le gustaba la idea de que Sara se hubiese quedado sola, pero si había algún cabezón en la relación, esa era Sara, y a él se le hacía un mundo poder negarle algo.

Lucas cerró la puerta principal y se dirigió al sofá donde encontró a Sara inconsciente:

- Princesa. Despierta. Sara… - La llamó mientras que le daba leves golpes en las mejillas intentando hacerla reaccionar.

- Estoy bien, solo me dormí – respondió Sara nada más abrir los ojos, no sin cierta pesadez, y ver el rostro preocupado de Lucas - ¿Lo tienes? – le preguntó dispuesta a centrar los pensamientos de su marido antes de que le diese por imaginarse lo peor y se montara películas que no eran.

Sara entró en el baño con la bolsa que le había pasado Lucas. Una sonrisa asomó a su rostro cuando vio que había comprado no una, sino tres pruebas de embarazo, aun así solo tomó una de ellas.

Incapaz de esperar sola esos agónicos minutos necesarios para que la prueba reflejara el resultado, salió del baño y se dirigió al sofá donde seguía Lucas, dejando la prueba encima de la mesa de café para liego sentarse sobre el sillón abrazándose las rodillas en un intento de controlar los temblores de nerviosismo que recorrían su cuerpo.

Lucas, incapaz de mantenerse quieto durante la espera, comenzó a recorrer el pequeño salón con pasos impacientes, deteniéndose solo para besar la cabeza de Sara cada vez que pasaba a su lado, murmurando palabras que éstas no llegaba a comprender.

Cuando pasó el tiempo necesario, Sara alargó su brazo para tomar la prueba lanzando una mirada de suplica a Lucas, que se sentó a su lado en el sofá. – Sea lo que sea, pase lo que pase, no olvides nunca que eres lo mejor que ha pasado en mi vida ¿me lo prometes? – murmuró a Sara tomando su rostro para que no fijara la vista en el dichoso aparatito, soltándola cuando asintió y lo besó.

Estaba apunto de preguntar que era lo que significaban esas dos rayitas cuando la sonrisa de su mujer, su Sara, le dio la respuesta: Pronto tendría la segunda cosa mejor que le había pasado en la vida.


Un bebé, había un ser diminuto creciendo dentro de Sara, eran los pensamientos que cruzaban por la mente de Lucas en esos momentos – Un pequeño Fernández… susurró lo suficiente para que Sara pudiese escucharlo a la vez que colocaba una mano sobre el estomago de ella.

- Y Miranda… que yo también tengo algo que ver en este asunto – añadió Sara con una sonrisa complacida por la reacción de Lucas - ¿Qué vamos hacer ahora? – añadió con algo de preocupación como pudo notar al morderse ligeramente el labio inferior.

- Antes que nada, hay que pedir cita al medico para que lo confirme. Tenemos sólo pruebas circunstanciales. Además me quedo más tranquilo si un médico me dice que estás bien.

- Pásame el bolso – Lucas lo tomó de una de las sillas, cogiendo también de camino el teléfono fijo – Creo que tengo el número de teléfono apuntado por algún lado… sí aquí está.

Lucas se mantuvo a la espera de que Sara concertase la cita con el médico, pero antes, como quería asegurarse de que ambos pudiesen asistir, le había colocado el cuadrante de turnos de ambos a la vez que le pasaba el teléfono.

Por suerte, los dos acababan de salir de un doble turno, y él no llevaba ningún caso de urgencia, por lo que, al menos, las próximas 36 horas eran suyas.

- Mañana a las 11 de la mañana me viene bien – escuchó a su mujer hablando – Gracias. Que tenga un buen día.

- Hemos tenido suerte – comentó esta vez dirigiéndose a él – por lo visto acababan de cancelar una cita.

- Ya tienes mucho mejor color ¿quieres que te prepare algo de desayunar? Necesitas comer…

Sara arrugó la nariz. Nada más pensar en comida sentía que su estómago se revelaba en su contra – No creo que sea capaz de comer nada ahora, quizás dentro de un rato.

- Está bien, pero que ese rato llegue pronto. No puedes saltarte las comidas y menos ahora.

- ¡Palabrita de niño Jesús! – Prometió con voz mimosa – y ahora se buen chico y siéntate un rato conmigo aquí en el sofá.

Lucas observó como Sara se acomodó cual larga era sobre el sofá, usando sus piernas como almohada, y como tardó apenas unos minutos en volverse a quedar dormida con el movimiento rítmico que el mismo provocaba al pasar sus dedos por el pelo de ella.

El sonido del timbre interrumpió la calma en la que había entrado Lucas, pero no el sueño de Sara, por lo que tomó la manta que estaba apoyada en el respaldo para cubrirla con ella y se levantó con sumo cuidado para evitar así importunarla.

- ¡Niño! ¿Dónde os habéis metió? – fue lo primero que dijo Paco nada más abrir la puerta – Tenéis a mi Lola mu preocupá

- Aquí en casa ¿dónde sino? Sara no se ha levantado con mucho ánimo hoy, y ahora mismo está otra vez dormida, así que habla un poco más flojo – evitando dar más explicaciones de las estrictamente necesarias.

- ¿Qué le pasa a mi niña? ¿No le habrás dao otro disgusto? ¿Verdad? – Paco le miro con toda la suspicacia que fue capaz.

- No es nada Paco, simple cansancio. Ayer volvió a doblar turno – algo le decía que a Sara no le sentaría muy bien si hacían público sus sospechas sin haberlo hablado al menos antes.

- Es demasiado cabezota, y no está acostumbrá a trabajar tanto – intervino con resignación – Bueno, cuando despierte os bajáis pa que Lola os vea. Yo me voy a comisaría que me ha llamaó Gonzalo, necesita que le firme unos papeles.

- ¿Sabes algo nuevo del caso de las falsificaciones? – preguntó Lucas

- Nada, lo mismo que ayer. Los comerciantes no sueltan prenda y Silvia aun no ha terminado con las pruebas de laboratorio.

- Llámame cuando sepas algo nuevo.

- Dalo por hecho. Me voy antes de que me echen la bronca. No te olvides de bajar que después no hay quien aguante a Lola.

- Adiós – se despidió Lucas con Paco bajando ya por las escaleras de la corrala.

1 comentario: