La conversación con Michael había aumentado su enfado, la verdad, pero a la vez también lo hizo reflexionar. Su cabeza era un caos absoluto, por un lado deseaba irse a Vermont, aunque fuese sólo, y darle en las narices a Brian, por otro, sabía que se estaba comportando como un crío caprichoso, era consciente de ello, pero no era sencillo cambiar de actitud, era casi superior a él.
Estaba tan inmerso en sus pensamientos que tardó un tiempo en darse cuenta de que llamaban a la puerta. Cuando miró la hora supo que debía de ser Dafne, había quedado con ella para estudiar un rato e ir a tomar algo después. El loft era más cómodo que su piso, además Brian ya se había marchado a Chicago.
Lo malo de los verdaderos amigos es que aunque quieras no les puedes ocultar la mayoría de las cosas, y Dafne es mi mejor amiga, por lo que no es de extrañar que en cuanto abrí la puerta ni siquiera se molestará en saludar, sólo se quedó mirándome durante unos segundos hasta decir: “Suelta lo que te preocupa”
Iba a comenzar con la discusión que tuve con Brian justo antes de irse paro hasta ese momento no fui muy consciente de que el verdadero problema iba más allá del simple viaje a Vermont. Las distintas opiniones sobre lo que Brian debería haber hecho para celebrar mi cumpleaños me habían afectado más de lo que deberían; había dejado que extrapolaran sus relaciones a la nuestra, y nuestra relación no puede compararse con la gran mayoría. Pero gran parte de la culpa era mía, había dejado volar mi imaginación y perdido gran parte del contacto con la realidad.
Cómo Dafne estaba esperando que comenzara a hablar le conté todo lo que me preocupaba, desde absurdo ataque de celos que sufrió durante la elaboración del comic con Michael, mis propios celos al comprobar lo poco que le importa a Brian mi cumpleaños, la decepción de no poder ir a Vermont los dos solos, la mala suerte que siempre nos acompaña cuanto todo parece ir bien…
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario