jueves, 9 de junio de 2011

Ahora si

Tyler se despertó de un sobresalto llevándose una mano al corazón en un intento de calmar su ritmo errático y tranquilizar su respiración. Era una pesadilla, sólo una pesadilla, se repetía una y otra vez, pero algo dentro de él se negaba a abandonar la última imagen de su cabeza del cuerpo de Caroline encerrado en una jaula agujereado por lo que parecían cientos de pequeñas heridas por donde la sangre abandonaba su cuerpo.

Un deseo irracional lo invadió, tenía que verla, comprobar que se encontraba bien con sus propios ojos. Salió de su habitación saltando hábilmente por la ventana y, por una vez, se alegró de que la luna lleva estuviese cerca ya que le ahorraría tener que sacar su choche del garaje.
En lo que parecieron horas, pero no llegaron a ser más que minutos, Tyler llegó por fin a la casa de Caroline. El coche de la sheriff estaba aparcado fuera, por lo que no podría entrar por la puerta principal como las veces anteriores, pero eso no era un problema ya que, incluso sin sus habilidades de licántropo, trepar hacia la ventana del dormitorio de Caroline era pan comido, como demostró al acceder a ella apenas sin esfuerzo con la ayuda del árbol cercano.

Incluso antes de escucharlo, Caroline sintió la esencia de Tyler, un olor que traía a su mente bosques profundos y salvajes, despertándola de un sueño poco profundo.

- ¡Hey! ¿estás bien? – le preguntó preocupada mientras que se elevaba parcialmente de la cama.
- Ahora sí – respondió Tyler al verla.

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